Cada una de las personas que habitan el planeta puede actuar en beneficio de los recursos naturales y así garantizar su bienestar y el de futuras generaciones.

En primer lugar hay que utilizar racionalmente el agua, lo que significa reducir la cantidad empleada en los quehaceres domésticos, y mientras se toma una ducha o se lavan los dientes.

Los grifos y las tuberías hay que repararlos en casos de fuga.

También es fundamental emplear para la limpieza productos biodegradables; es decir, que no contaminen ríos y lagos. Así se evita la pérdida de los seres vivos que los habitan.

De ser posible hay que clasificar la basura —vidrio, papel, latas— y depositarla en recipientes adecuados para su disposición final.

Moderar el consumo de electricidad ayuda al planeta y al bolsillo, porque reduce el monto de las facturas.

¡Todas las acciones cuentan!